El jueves hubo dos momentos clave:
El primero fue a eso de las 11 de la mañana. A unos 40 minutos de salir para la escuela. Me doy cuenta de que no tengo camisa blanca. Epic fail. Pero encuentro una camiseta con botones, así un poco hippie que me compré en un mercadillo el año pasado. No tiene mangas largas, ni cuellos, pero más se perdió en Pasaia. Ahora bien, sin cuello, no hay corbata, y aunque la hubiera no tengo ni la más mínima idea de hacerme el nudo. Plan b: pajarita. En mi casa no hay pajaritas. Somos así. Pero también somos de otra maneras, de la del DIY (Do It Yourself, Háztelo Tú Mismo). 15 minutos, un trozo de tela de una especie de chaleco de El Comercio del año catapum, una goma elástica, y (esto es secreto, pero voy a por la nota…) el amor de una madre que está en turno de tardes. Pajarita, perfecta. Como un pincel (ya que somos de la Escuela de Arte).
El segundo fue al poco de llegar a la Escuela, había faltado por culpa de la resaca electoral al ensayo general y había en él una pequeña modificación, 5 segundos de libertad, algo así como movimientos de discoteca entendí, o más bien quise entender. Era lo que nos faltaba. Era un doble boom. Sinceramente, la hostia. Con eso no había fallo.
Interpretaciones problemáticas 